El Museo de Aeropuertos y Transporte Aéreo del Aeropuerto de Málaga-Costa del Sol acoge desde hoy un ‘inquilino’ muy especial. Se trata de un motor ‘Trent 900’, fabricado en respuesta a los nuevos requerimientos de la industria aeronáutica y llamado a equipar, a principios de los 90, al que sería el avión más grande del mercado, el bautizado finalmente como Airbus A-380.
El motor que dio nombre a una familia de motores de nueva generación, diseñado y fabricado por Rolls Royce, llegó a Málaga tras un periplo por carretera que arrancó en Toulouse el pasado 7 de abril y que lo ha alejado definitivamente de acabar desguazado en el olvido, pese a tratarse en su momento de todo un reto científico, tecnológico e industrial de primera magnitud.
El traslado al museo malagueño de este gigante de la propulsión, de 4,5 metros de longitud y 2,9 metros de diámetro (equivalente al fuselaje de un avión DC-9), empezó a fraguarse en 2018, un año después de su último vuelo, el 3 de julio de 2017, tras 529 vuelos y casi un centenar de otras operaciones en tierra, que sumaban un total de 1.796 horas y 19 minutos de funcionamiento en sus 724 encendidos.
Tras la última bajada del ala del Airbus 380, el motor quedó a la espera de un futuro nada halagüeño para esta joya de la ingeniería del siglo XXI. Pero el azar, y sobretodo el interés de un joven ingeniero malagueño, Álvaro Rojas Zamora, cambió ese destino que lo convertiría en piezas olvidadas. En otoño de 2018, se planteó la posibilidad de que el motor ‘Trent 900’ pudiera tener su ‘jubilación dorada’ en Málaga.
Con este mismo convencimiento, el ingeniero aeronáutico de Rolls Royce Álvaro Rojas presentó a la empresa británica la primera propuesta del envío del ‘Trent 900’ al museo del aeropuerto malagueño. En paralelo, desde Málaga se iniciaron las primeras gestiones con las principales empresas aeronáuticas españolas que pudieran estar interesadas en colaborar en el proyecto de traslado del motor, gestiones que desafortunadamente no dieron el fruto deseado. Pasó todo el año 2019 sin que el proyecto pudiera apenas avanzar y, en marzo de 2020, la pandemia de COVID 19 paralizó por completo el mundo entero.
Reactivado el proyecto en la primavera de 2021, Aena inició las gestiones para hacer realidad lo que seguía pareciendo todavía un sueño. Informes, correos y llamadas fueron jalonando el primer semestre de 2021, hasta que pudieron articularse todos los mecanismos necesarios entre Rolls Royce y Aena para que la aceptación, traslado y recepción del motor ‘Trent 900’ en el Museo de Aeropuertos y Transporte Aéreo de Málaga fuera posible.
Quedaba por delante toda una carrera de obstáculos tecnológicos, logísticos, de construcción, de diseño, administrativos, jurídicos y económicos. A lo largo de más de seis meses, el trabajo de los profesionales de Aena, de la Asociación de Amigos del Museo y de los técnicos de Rolls Royce acabó modelando un proyecto que se hizo realidad el pasado 7 de abril, cuando, tras ser embalado, acomodado y asegurado en un vehículo especial, el ‘Trent 900’ emprendió el rumbo a Málaga.
El viernes 8 de abril, contra todo pronóstico, la empresa encargada del transporte del motor anunció que se encontraba en medio de la meseta castellana. Cuatro días antes de lo previsto. La reacción de los Amigos del Museo no se hizo esperar, y, en apenas unas horas, se acondicionó la llegada del motor, lo que hizo posible que el enorme camión de transportes especiales y su vehículo guía entraran sin problemas en la plaza del museo.
Ayer, a las 7 de la mañana, comenzaron los trabajos de desmontaje de la cubierta de la sala 3 del museo, para introducir el gigante tecnológico desde arriba y completar un proceso, que duró 10 horas ininterrumpidas y en el que colaboraron técnicos de Rolls Royce y de las empresas malagueñas BTG Construcción e Ingeniería, Eurogrúas Raimundo y Metal y Forja.
Desde hoy, Málaga cuenta con una nueva joya cultural y tecnológica para deleite de los amantes de la aeronáutica. Pero, más allá de su exhibición pública, el principal objetivo, compartido entre Aena y Rolls Royce, es promover la educación en ciencias y tecnologías, acercar la aeronáutica a los jóvenes e inspirar su labor creativa, tareas en las que viene trabajando el Museo de Aeropuertos, Navegación y Transporte Aéreo desde su creación, hace más de 25 años.