Los últimos informes más halagüeños vislumbraban una recuperación del sector de la aviación comercial para 2023 tras el impacto del COVID-19. Recientemente, un informe de la IATA (Asociación Internacional del Transporte Aéreo), concluía que el tráfico mundial de pasajeros, o mejor dicho, los ingresos totales por pasajeros-kilómetro (RPK) que habían antes del COVID-19, puede que no se recuperen hasta el 2024, un año después de lo que habían previsto.
A causa del cierre de los países, con sus consabidas cuarentenas globales y locales, los ciudadanos han querido disfrutar sus vacaciones este verano y se ha visto un ligero repunte del consumo de vuelos nacionales durante el período estival, pero los vuelos de largo radio no han visto apenas mejoría. En cualquier caso, los análisis indican que el lento retraso en la recuperación se deberá a un conjunto de factores, incluidos los nuevos brotes de COVID-19 de final de verano.
En los estudios se prevé que los viajes de corta distancia funcionarán mejor que los de largo radio, y así, a final de 2020, se espera que el número de pasajeros en todo el mundo haya disminuido en un 55%. Los consumidores no tienen mucha confianza en poder volver a volar antes del 2021 (o hasta que haya una vacuna efectiva) por varias razones: aumento de paro, menores ingresos y miedo a enfermar de coronavirus durante los viajes.
A nivel corporativo, los viajes de negocios fueron los primeros en sufrir recortes de presupuesto, en un tiempo en el que las videoconferencias han tenido bastante éxito como sustituto de las reuniones en persona. Pero también, a consecuencia de la cancelación de rutas y la reducción de frecuencias por parte de las aerolíneas comerciales, algunas compañías de aviación ejecutiva han visto como aumentaba su demanda de vuelos ejecutivos.
Éstos son vuelos no regulares enfocados a cubrir la demanda para un público de alto poder adquisitivo y demandante de horarios y destinos personalizados. Los servicios tienen su propia terminal de aviación, por lo que los riesgos se minimizan al evitar los contactos masivos que supone una terminal de aviación comercial. Según el CEO de Europair (broker aéreo español):
«A las fortalezas tradicionales de este modelo de negocio (comodidad, ahorro de tiempo, volar sin escalas al destino y en el horario deseado, tiempos mínimos en el aeropuerto) se añade ahora la ventaja más preciada en la actualidad: la seguridad sanitaria.»
España cuenta con varios aeropuertos con terminal corporativa propia, lo que facilitó el auge de este tipo de servicio durante los meses de la pandemia -comenzando con misiones de repatriación y vuelos humanitarios. Pasado el momento, los servicios de aviación ejecutiva han vuelto a su enfoque original, tanto para el pasajero de negocios como para el turismo de lujo, que en la actualidad busca destinos seguros a donde viajar.
En este aspecto, el Aeropuerto de Mallorca ha visto este verano como sus instalaciones aumentaban su demanda hasta alcanzar el 30% de sus operaciones mensuales, a base de vuelos para jets privados y aerotaxis españoles y europeos. En su mayoría procedían de Alemania en un 70%, Reino Unido con el 15% y España con el 10%. Gestair y Mallorca Air son los dos operadores de servicio en el aeropuerto Palma de Mallorca, al que se suman otras empresas que comercializan este tipo de vuelos por todo el mundo, caso de Europair.
Los aeropuertos españoles con terminales corporativas son los aeropuertos de AS Madrid-Barajas, JT Barcelona El Prat, Málaga-Costa del Sol, Mallorca e Ibiza.