Thomas Cook Airlines, el segundo mayor turoperador del mundo, se declaró en bancarrota a principios de esta semana. Las consecuencias, como no, acordes al tamaño y volumen de este importante turoperador de 178 años de antigüedad: 150.000 pasajeros sin vuelo de regreso esparcidos por cuatro continentes, y un total de aproximadamente 600.000 turistas afectados ahora y/o en un futuro inmediato. Y es que para entender la magnitud de esta quiebra basta con saber que el gobierno británico ha puesto en marcha una operación llamada “Matterhorn” para repatriar a los pasajeros varados, la operación de repatriación más importante ejecutada por Reino Unido tras la segunda guerra mundial. Y a esta pésima noticia también hay que añadir los 22.000 puestos de trabajo que se van a perder, 9.000 de ellos británicos.
Y todo ello a las puertas de un brexit que sin duda ha acabado por rematar un gigante que ya venía tocado por los resultados obtenidos en esta última década. Además, el constante debilitamiento de la libra y la incertidumbre de cómo será el brexit no han sido buenos compañeros para que la aerolínea pudiera negociar con los bancos británicos un crédito necesario para poder continuar con los vuelos y la gestión de los hoteles que el turoperador posee.
Sin duda el mercado español se va a resentir de esta pérdida. Destinos como las Islas Canarias y las Islas Baleares eran feudos principales del turoperador, aunque según informa el grupo, la filial alemana Condor y la subsidiaria Balearic no se verán afectadas y siguen con sus vuelos.